jueves, mayo 28, 2009

INSOMNIO.



La noche pasa factura y ahora ando al revés, de día adormilada y en las horas nocturnas completamente activada, como las lechuzas. Consecuencias del trabajo a turnos. Eso es un problema porque una se mete en la cama con más energía de la que toca y empieza el viaje por los rincones más recónditos de la mente, que en ocasiones es muy traicionera, aunque la pasada noche me aferré a recuerdos hermosos.

Viajé a tiempos lejanos y me encontré a mi misma frente a una pizarra verde con una tiza en la mano y un profesor diciéndome que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Fue la primera vez que oí esa frase, la recuerdo perfectamente y no conseguí comprenderla porque me la tomé al pie de la letra, y yo, desde luego, no me habia tropezado con ninguna piedra..., para llegar a ese entendimiento tuvo que pasar un tiempito más.

Las pizarras. Me encantaban las pizarras. Me gustaba pasar por clase cuando no habia nadie y podía disfrutar explicando mis teorías sobre la vida a unos alumnos imaginarios. Quizás debería haberme dedicado a la enseñanza. ¿Alguno de vosotros ha hecho lo mismo?, aprovechar la más mínima oportunidad para escribir en la pizarra lo que sea y después de cara a la sala vacía, dar golpes sobre las letras haciendo los mismos aspavientos que hacían los profesores. Eso si, salir por placer, porque cuando te decían "Lorena, sal a la pizarra y resuelve este problema", ufff, las piernas me temblaban...

Cada maestro tenía una técnica, por ejemplo, Don Rafael, a quien recuerdo con especial cariño y quiero mencionar porque falleció hace un par de años. Me encantaba este señor, era imponente. Tenía su propio estilo, cogía la tiza con dos dedos y escribía sigilosamente sobre la pizarra, se tomaba su tiempo y después se limpiaba las manos con ahínco. Solía señalarnos lo que había escrito con un palo de madera y daba golpecitos sobre las letras. Golpes de ¡no os durmais en clase!. Después, estaba Amparo que era más teatrera, escribía mucho en la pizarra, la llenaba de teoremas para luego hacer aspavientos con los brazos mientras nos explicaba el significado de los mismos. Se notaba que disfrutaba y a mi me embelesaba ese estilo particular que tenía para hacernos llegar las matemáticas. Don Ramiro utilizaba la tiza, la mano dura y la libreta de poner negativos. Nos llevaba rectos como un palo. Allí no chistaba nadie mientras estuviera él en nuestra presencia y fue el único profe que me suspendió con un seis porque decía que tenía capacidad para un nueve, así que hasta que no lo saqué iba con las calabazas a casa. A Regina la recuerdo escribiendo la fecha con todo lujo de detalles, el día, el mes, el año, todo bien clarito no nos perdieramos en los recovecos del tiempo.

Anoche regresé a la pizarra del cole, pero en concreto me vino un flash que es el origen del post de hoy. Un día se fue el profe de clase y me designó a mi como encargada de mantener el orden de la misma mientras él no estuviera presente. Esta misión era muy importante para una niña de mi edad ,y además, era algo que todos queríamos hacer. Consistía en salir y apuntar en la pizarra el nombre de cada compañero que osara a hablar. En mi caso, mientras yo estuviera allí de guardiana del orden, no se podía decir ni mu. Era muy divertido: "Santi, ¡has hablado!", y empezaba a escribir su nombre en la pizarra, porque lo importante era poder escribir...y entonces, era cuando Santi replicaba: "no he dicho nada, es que se le ha caído el boli a Felisa..." , y yo completamente metida en mi papel: "no se puede hablar así que te pongo una rayita",(que era bien sonora, un golpe seco con la tiza), y añadía la rayita correspondiente junto al nombre de Santi. Siempre aparecía uno que decía: "¡chivata!, ¿y tú porque hablas?", y entonces yo iba corriendo a escribir "Fer-nan-do", bien clarito, que se enterara de que estaba apuntado, y él replicaba: "¿lo ves?, eres una chivata", ocasión ideal para añadir la rayita por cada palabra que dijera de más.
Por buen comportamiento también se intervenia para quitar rayitas, que el borrador también nos gustaba un montón. A todo esto no dejaba de mirar hacía la puerta y en cuanto oía los pasos del profe acercarse, como una moto lo borraba todo, así que los afectados ese día eran los amigos más amigos del mundo y yo quedaba encantada por haber podido escribir en la pizarra, que al final era de lo que se trataba.

8 comentarios:

Marisol dijo...

Ibas al Colegio Izquierdo??

Lorena dijo...

Si, ¿y tu???

Anónimo dijo...

Enhorabuena, lo has vuelto a conseguir, magnífico relato.

Te explico:

Primero te felicito, la entrada de hoy es para darte la enhorabuena (no es que hayas conseguido ningún premio), no, a título personal te doy mi agradecimiento por la labor realizada. Es que este tipo de relatos me gustan especialmente, me trasladan al pasado, a la franja temporal de mi vida más feliz, la niñez. Las primeras emociones que sin lugar a dudas marcan e impregnan toda una vida, ¿nostalgia?, podría ser, aprender a vivir desde la más pura inocencia, desde donde todo empieza, dura su tiempo y acaba cuando algún compañero de clase te pregunta ¿sabes quien son los Reyes Magos de Oriente? y tú respondes “claro son Melchor, Gaspar y Baltasar”, y él te dice sabiéndolo todo “no” “no” “son los padres” y tú te quedas asombrado, preguntas ¿los padres de quién? y él contesta de forma rotunda “tus padres”, segundo en el tiempo, en el que se pone punto final a la etapa mejor de una vida, de mi vida, luego vendrán otras, por supuesto también felices, pero aquella ya se habrá acabado.
Magnífico relato, la descripción de las diferentes personalidades de los profesores, simplemente relatando las diferentes formas y maneras de escribir en la pizarra, el sonido de la tiza al deslizarse por ella, el dibujo de las letras, los números, las matemáticas bordadas. Que feliz me has hecho, aquella niña comportándose como una profesora, queriendo ser mayor, intentando guardar el respeto de los alumnos (sus compañeros de aula) por una tarea encomendada por el profesor, imponiendo disciplina, tarea sobradamente difícil y complicada, a base de rayitas en la pizarra, la utilización de un utensilio tan fundamental en la educación, el borrador, que al borrar palabras deja caer motas de polvo de la escayola de la tiza en la repisa de la pizarra, los dedos blanquecinos, enmascarada blancura. A todo esto me refiero y a la niña, la buena niña, la aprendiz de adulta, la compañera, la niña que tenía que hacer guardar las formas, el silencio en clase, que al final del relato cuando el profesor venía, supo lo que ella tenía que hacer en ese momento, coger rápidamente el borrador y borrarlo todo, no dejando huella ni rastro y sin embargo había alcanzado el objetivo marcado por los adultos, guardar silencio en clase.

Un fuerte abrazo.

Quiero despedirme hoy de esta manera:

Non quero bágoas nin frores
Só quero a pedra de abalar dos meus amores

Va también por ella, gallega ella, María Amelia, por la felicidad que seguramente habrá alcanzado en esta vida que le tocó vivir y que seguramente habrá disfrutado hasta el final de sus días en lo terrenal, miércoles 20 de mayo de 2009.

Los Santos Inocentes.

Lorena dijo...

Santos: No sabes cuánto me alegro de que me digas que te ha gustado el post de hoy, porque tenía muchas dudas y pensaba que lo mismo era un rollo patatero, claro que al final el blog es mi rincón de los recuerdos, de las ideas, de los sueños, así que igualmente he escrito lo que pensé anoche. Hubiera seguido contando pero me parecía que lo iba a hacer muy largo. Cuando te pones a recordar, todo se va enlazando y llegan a la cabeza imágenes de momentos que creías olvidados. La mente es un misterio, sin duda, divaga sin ton ni son en ocasiones.
Lo de los reyes, uy, que inocencia más hermosa!!, y que dura la realidad cuando la descubres. A mi no entraba en la cabeza que de verdad no vinieran con el camino desde Oriente.
Precioso el comentario que me has escrito, realmente se nota que sale desde el corazón, porque uno escribe como es y eso se transmite.
Maria Amelia está en mi pensamiento, le dedicaré un post. Estoy contenta porque al final de su vida fue muy feliz con su blog, y es que un blog es una satisfacción, es un mundo que te regala tantas cosas, tantas emociones, tantos comentarios del alma, que es una felicidad. Muchos besitosssssssss!!!. ¿Gallego?, yo a la mia...

Ardorín dijo...

Hoy me has devuelto a mi niñez de golpe. Ya sabes que hemos compartido colegio, aunque en clases y cursos distintos. Pero los maestros eran los mismos. Yo también recuerdo con cariño a D.Rafael, ese hombre que con una tiza en la mano y mirando hacia el lado contrario hacia un circulo perfecto en la pizarra (la de veces que los de mi clase lo intentamos hacer y jamás nos salio).Luego estaba D.José, con sus clases de sociales (que era la geografía e historia), Matilde, delgada como un alambre, con su valenciano, Amparo que era todo corazón, Regina con sus “superpositivos” Dña. Isabel con su caja de música y la flauta dulce (jamás le cogí tanto asco a un instrumento musical, ya que en mis manos aquello parecía un arado antes que algo para hacer música), D. Melquíades con su puro en la boca todo el día dentro de clase( no se ahora que hará sin poder fumar), Inmaculada, una mujer rubia que daba sociales en 7º y que una tarde desde la obra frente al colegio se desprendió un palet de ladrillo desde la grúa y le chafo su coche (un Renault 5 amarillo, joer ,como nos reímos), D. Ramiro con su seriedad, que en 10 minutos preguntaba a toda la clase la lección ¡¡2 veces!! A mí (y a dos más) también me suspendió un examen de raíces cuadradas con un 8. Nos dijo que no habíamos prestado atención, que íbamos a la recuperación y que si no sacábamos el 10 nos suspendía. Y clavamos el 10, aunque en aquel tiempo yo todavía era un buen estudiante….
A mí nunca me dejaban al cuidado de la clase, quizás porque yo era el primer alborotador. Mi nombre siempre estaba apuntado en la pizarra, pero siempre conseguíamos que el vigilante “reconsiderase” sus anotaciones….
Me dejo un montón en el tintero, pero seria eterno, aunque no he podido retener la sonrisa cuando he leído el nombre de D. Rafael, quizás porque me recuerda a mi abuelo por lo “manitas” que era.
Un post muy agradable. La sonrisa aun no la he perdido. Gracias por ello.

Lorena dijo...

Ardorin: mareeeeeeeeeeee, que repaso más chupi me has dado. Lo que más me ha gustado recordar ha sido el puro de Don Melquíades y por supuesto el círculo de Don Rafael. No recordaba ese círculo!!, el famoso círculo que todavía hoy intento hacer cuando veo una pizarra frente a mi. A Inmaculada la estoy intentando recordar pero no me viene a la mente. A Isabel y su caja china, ya lo creo, es inolvidable, como la señorita Rotenmeyer(que no sé como se escribe), que decía cuando se nos caía la flauta a alguno "así en la tierra como en el suelo", jo, que recuerdos. Muchas gracias Ardorin!!, me has hecho sonreir también. Muchos besotes!!!!

belén dijo...

Hola Lorena:Lo siento por tí pero ojalá tengas más noches de insomnio como ésta, ja,ja,ja, ya te dije que lo de hacer turnos es un desbarajuste para el cuerpo. Nosotros encantados si te salen post tan bonitos como éste.
Ay, como me suena lo de apuntar en la pizarra a todo el que hablase en ausencia del profe. Horror, terror y pavor! lo odiaba con toda mi alma porque siempre eras la chivata. Que ya le valía al maestro, no contento con eso, amenazaba con que a la vuelta tenía que ver algún nombre escrito porque no se creía que fuéramos angelitos.
Recuerdo haber pedido a los reyes una pizarra porque de peque lo que más me gustaba era jugar a dar clase a mis alumnos imaginarios como tú dices. LLegué incluso a conseguir una carpeta con fichas de alumnos en las que apuntaba las notas que les ponía, por supuesto muchos suspensos, ja,ja,ja.
Tuve también una maestra que debía tener alergia a las tizas porque siempre la cogía con un pañuelo de papel y se ponía de los nervios cada vez que rozábamos con las uñas la pizarra.
Por último decirle a Santos que me enteré de quienes eran los reyes magos a los 7 años por el cura del colegio, debió de pensar que si éramos mayores para hacer la comunión también lo éramos para saber la cruda realidad. Si mi madre lo coge en esos momentos lo mata.

Bicos, Bicos

Pd:El sábado seguramente veré a Trini.

Lorena dijo...

Belén: Holaaaaaaaa!!!, pues sigo con la marcha, madrugo haciendo un enorme esfuerzo después de una noche durmiendo menos horas de las que tocan pero llego a la cama y oleeee, tengo los ojos como un buho, cuestión de tiempo espero.
Me has hecho recordar que yo también tenía una minicarpeta en casa con los nombres de todos mis alumnos, y era peor que Don Ramiro. Mi pizarra era el armario, hacía como que escribía, y me metía totalmente en el papel.
Vaya curita¿no?, vaya confianzas se tomaba el señor...es una pena porque hubiera podido durar un poquito más y eso nunca viene mal.
Da recuerdos a Trini. Antonio y María estuvieron en casa el miércoles, merendamos tarta de chocolate y estuve con María haciendo broches de fieltro. María me recuerda mucho a Gloria, muchísimo y es extraño pero consuela de alguna manera. Si vieras la imaginación que tiene...ha heredado mucho de su madre. Muchos besotes!!!